"Desde
que se nos planteó el ejercicio en noviembre, supe que no iba a ser un proyecto
cualquiera, ni el proceso ni el final, y efectivamente no lo ha sido. Este
proyecto me ha enseñado qué proceso tengo que seguir para proyectar, me ha
enseñado que una casa no es una pieza aislada, sino que depende directamente
del entorno donde se encuentra, me ha enseñado la responsabilidad que tienen los
arquitectos (y que tenemos nosotros ya como alumnos) en las ciudades, a como
integrarse en un barrio con tanta historia como el Cabanyal se convierte en un reto enorme difícil de resolver.
Informarme
sobre el barrio, ir a una exposición que cuenta su historia, leerme artículos y
buscar información sobre lo que piensan su gente sobre toda la problemática y
sobre el barrio en sí, y acabar descubriendo que es un barrio muy familiar, que
ha sufrido momentos duros pero que está buscando una luz. Pensar que mi
proyecto forma parte de ese deseo de los habitantes de devolverle al barrio su esencia me agobia y me emociona a la vez. Me he sumergido tanto en este proyecto
que siento que tengo una responsabilidad inmensa en cada decisión que tomo. Es
por esto por lo que desde el principio quise conectar la nueva casa con la que
antes hubo en esta parcela y que fue tan importante para el barrio, como colegio, símbolo, imagen del derribo del barrio o como lo que
fuera antes de que se tenga información sobre ello. Pero hay que ser realistas,
estamos hablando de una casa proyectada en 2022, y eso significa que por mucho recuerdo que
hagamos a la antigua casa, no podemos reproducirla.
Intentando
hacer una simbiosis entre estas dos ideas que pueden parecer contradictorias
pero que se suman la una a la otra, aparece este proyecto. Buscando relacionarse
con lo que queda de la antigua casa, como una conexión con lo que era antes el
barrio y lo que puede volver a ser a través de la palmera (claro icono de esta
casa) y los restos de azulejos que aun encontramos si rascamos un poco la pared
de la medianera. Cada uno de estos elementos se encuentra en una esquina y su
opuesta de la parcela, donde coloco los patios de relación. En el interior, una
diagonal que empezó siendo muy física y ha acabado siendo un poco más conceptual,
relaciona estos dos patios y, por tanto, estos dos elementos, a través de una
visual directa en el interior, que se busca en todas las plantas y que acaban
resolviendo la distribución interior.
Entre
todo este caos de ideas y sentimientos me pregunto cómo quiero que se viva esta
casa, imaginándome situaciones y dotando de identidad a sus usuarios, dándole
realidad al proyecto al menos en mi cabeza. Y para esto busco un poco en mí, en
como vivo con mi familia, en lo que nos gusta o nos gustaba hacer cuando éramos
más pequeñas, pienso cómo habito yo mi hogar. Y busco un punto de reunión, que
hablando con amigos y compañeros llegamos a la conclusión de que ese punto es
la cocina, y ligado a ella el comedor. Así surge mi idea de la mesa como punto
central de la casa, punto de reunión, directamente relacionado con la cocina,
pero también con la escalera, la zona de juegos, el patio exterior, y a través
de una triple altura, a la biblioteca, la zona de estudio y el salón. Y de esta
forma la escalera relaciona todas las estancias volcando al centro de la casa,
tratando de no perder la sensación de que ahí está el núcleo, el punto de
reunión.
Y finalmente llego a esta solución final, que es fruto de pensar el pasado pero también en el presente, y en cómo se
viven los hogares y los barrios."
Escribí esto el día antes de la entrega, tratando de reconciliarme con el proyecto porque había llegado a un punto en el que me había cansado de él. Ahora, unos días después de la última entrega de este proyecto, contenta con mi trabajo, sé que este proyecto lo voy a recordar siempre.